ESPÍRITU CALASANCIO
Para preguntarnos ¿quiénes somos? y ¿de dónde venimos? nos tenemos que remontar al siglo XVI donde un hombre, José de Calasanz, “maestro en artes” y estudiante de teología, figura importante en el siglo de oro, sería unos de los grandes reformadores que Dios preparó en su Iglesia, y será quien nos enseña el camino a seguir.
José de Calasanz fue el primer maestro público y sobre todo fue un místico. La espiritualidad que dejó en su obra de las Escuelas Pías, fue clara, intensidad en la oración y conseguir hacer la voluntad de Dios en todo. Fueron los pobres los que le hicieron profundizar en su encuentro con Dios a través de las personas que le rodeaban. La máxima que dejaría a sus discípulos sería, dejarse encontrar por Dios en el camino, para seguirle y acompañarle, sirviéndole en su Iglesia y en los pobres.
San José de Calasanz desarrolló una singular labor pedagógica. Ésta, que destaca por la organización y sistematización de la enseñanza, adquiere sin embargo su auténtico valor en la dimensión trascendente. Así se resume en el lema “Piedad y Letras” que viene a expresar el sentido de su obra: contribuir a la reforma de la sociedad y a la felicidad temporal y eterna de las personas, educando a los niños en la fe cristiana y en los conocimientos humanos. Por todo ello, el Papa Pío XII declaró a San José de Calasanz, en 1948, "Patrono Universal de todas las escuelas populares cristianas del mundo"
Su devoción a la Virgen se ve plasmada en su advocación “Madre de Dios”. No se entendería todo lo que ha significado y significa María para el escolapio y su entorno, sino nos remontamos a lo que significó para San José de Calasanz.